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En la Unión Europea (UE), se generan cientos de millones de toneladas de residuos municipales todos los años. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), alrededor del 34 % de estos son biorresiduos, que se recogen junto con los residuos remanentes mixtos o por separado.
«Si los biorresiduos acaban en el vertedero, el impacto en el medio ambiente es considerable», explica Thomas Dietrich, director de proyectos de Alimentación y Salud en TECNALIA (España) y coordinador del proyecto VOLATILE, financiado con fondos europeos. «Como consecuencia, se genera metano, un gas de efecto invernadero muy potente».
Para solucionar este problema, los Estados miembros de la UE deben establecer estrategias en el ámbito nacional para reducir el volumen de residuos biodegradables que acaba en los vertederos. La UE también se ha fijado un objetivo ambicioso: reciclar el 65 % de los residuos municipales para el año 2035.
Sin embargo, no basta con tener buenas intenciones; es necesario disponer de procesos nuevos e innovadores para cumplir con estos objetivos y para convertir los biorresiduos en productos viables y reutilizables.
Bioeconomía circular
Este era el objetivo de VOLATILE: desarrollar nuevos métodos para aprovechar el valor de los biorresiduos. Dietrich añade: «Lo que queríamos averiguar era qué podíamos hacer con estos desechos para proteger el medio ambiente, cómo podíamos devolver los biorresiduos al ciclo económico y qué debíamos hacer para reducir el uso de materias primas no renovables».
La solución del equipo de VOLATILE consistió en optimizar la producción de ácidos grasos volátiles (AGV) en condiciones anaerobias.
Durante la digestión anaerobia, un conjunto de diferentes bacterias y microorganismos utiliza los biorresiduos como alimento y los convierte en AGV. Los investigadores de VOLATILE lograron separar los AGV y los microorganismos mediante una membrana con aberturas muy pequeñas que solo permite el paso de los AGV.
Una vez se han separado, los AGV se pueden utilizar como plataforma para la industria química o como materia prima en otros procesos biotecnológicos. Este proceso de transformación se desarrolló teniendo en cuenta la viabilidad económica y la sostenibilidad medioambiental.
«Pensamos que esta plataforma de AGV puede contribuir a que las plantas de biogás aumenten considerablemente sus ingresos», comenta Dietrich. «También permitirá que los centros de tratamiento de biorresiduos se conviertan en proveedores de materia prima para otros sectores, estableciendo así una bioeconomía circular».
Posibles aplicaciones para el consumidor
En términos generales, el proyecto VOLATILE puede suponer una contribución importante a la creación de una bioeconomía circular: un entorno en el que los residuos se revalorizan y vuelven a formar parte del ciclo económico. Esto contribuye a romper la conexión entre el crecimiento y el consumo de recursos finitos.
Además, se trata de un proceso con un potencial espectacular de aplicaciones para el consumidor. Las bacterias especializadas se pueden emplear para transformar los AGV en polihidroxialcanoatos (PHA), un polímero biodegradable que puede sustituir a los plásticos de origen fósil en los bioplásticos y los materiales de envasado.
«Algunas levaduras convierten los ácidos grasos volátiles en aceites microbianos, lo que se podría usar en aplicaciones oleoquímicas, como los jabones», observa Dietrich. «Los AGV también se pueden transformar en aceites con un gran contenido de omega 3, para su uso en la alimentación humana y animal. Los ácidos grasos de omega 3 son conocidos por sus efectos saludables».
Además, el equipo del proyecto ha creado una herramienta web como ayuda para analizar el potencial de la implementación de plataformas AGV en el suprarreciclaje de biorresiduos municipales y para tomar las decisiones correspondientes. También se organizó un taller del Comité Europeo de Normalización (CEN) sobre el uso sostenible de los biorresiduos municipales, a fin de fomentar la estandarización en el sector.
«Seguimos dialogando sobre cómo aumentar el nivel de preparación tecnológica de estos procesos», concluye Dietrich. «Las estrategias de fermentación que hemos iniciado se seguirán desarrollando hasta que podamos comercializarlas. Creemos que hay un potencial de mercado enorme».