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Los vegetales eran habituales en la dieta de los cazadores-recolectores

Los antiguos cazadores-recolectores europeos se han descrito como principalmente carnívoros. Sin embargo, el proyecto HIDDEN FOODS, financiado con fondos europeos, descubrió que, en realidad, comían habitualmente alimentos de origen vegetal. Esto indica que, junto con las proteínas y las grasas, la glucosa fue potencialmente clave para la supervivencia de los antepasados de los ciudadanos europeos.

© Dusan Boric, 2007

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Hay muchas pruebas de la presencia de proteína animal en la alimentación de los antiguos cazadores-recolectores, pero pocas de la de alimentos vegetales, lo que lleva a afirmar que la llamada «paleodieta» a base de carne es la que mejor refleja nuestro diseño evolutivo.

«Esta falacia tiene consecuencias para la salud, porque una alimentación que carece de carbohidratos puede ser especialmente perjudicial», comenta Emanuela Cristiani, coordinadora del proyecto HIDDEN FOODS, financiado con fondos europeos y que recibió el apoyo del Consejo Europeo de Investigación.

HIDDEN FOODS ha aportado las primeras pruebas inequívocas de la transformación y el consumo de cereales silvestres y otras plantas comestibles por parte de los cazadores-recolectores de la antigüedad, que se remontan al menos a 15 000 años en Italia y alrededor de 11 500 años en los Balcanes centrales.

Separación de pruebas alimentarias directas e indirectas

Para entender mejor la función de las herramientas de piedra «sin escamas» (sin modificar) que se encuentran en estos yacimientos, HIDDEN FOODS analizó el desgaste de estas herramientas y examinó los residuos microscópicos conservados en sus superficies. «Incluso seleccionamos diferentes guijarros y luego los usamos de forma experimental para transformar alimentos de plantas silvestres», recuerda Cristiani de la Universidad Sapienza de Roma, anfitriona del proyecto.

El desgaste y los residuos conservados en las herramientas de piedra del Paleolítico y Mesolítico de los yacimientos tanto en Italia como en los Balcanes confirmaron que se utilizaron para transformar alimentos de origen vegetal.

El proyecto también analizó muestras de partículas microscópicas de alimentos atrapadas en la matriz del sarro dental (placa dental mineralizada) de cazadores-recolectores que se encontraron en los yacimientos del Paleolítico y Mesolítico en Italia y los Balcanes.

Además, se reconstruyó la evolución de los microorganismos bucales mediante técnicas de secuenciación genética, que se complementaron con datos del estudio de las afecciones bucodentales, los defectos del esmalte y el desgaste dental. 

El análisis del sarro dental de personas del Paleolítico de Italia reveló que consumían diversas plantas durante el final de la última glaciación, hace unos quince mil años, entre las que se encuentran los cereales silvestres, las semillas y los frutos del bosque. Estos datos fueron respaldados por el análisis del desgaste microdental y la recuperación de restos vegetales de los sedimentos arqueológicos.

El sarro dental también indica que un intercambio entre los recolectívoros de finales del Mesolítico y los primeros agricultores del Neolítico en los Balcanes del sur podría haber introducido especies cultivadas de cereales en las gargantas del Danubio hacia el 6600 a. C. Esto cuestiona la opinión tradicional de que las comunidades neolíticas los introdujeron alrededor del 6200 a. C., después de haberse asentado.

«Si los granos fueron presentados a los cazadores-recolectores por las comunidades neolíticas en zonas interiores profundas de los Balcanes antes de que estos agricultores se hubieran establecido allí, esto implicaría que tenían redes sociales ya establecidas», explica Cristiani.

Rastrear las rutas migratorias a través del microbioma oral

El proyecto también estudió a cuarenta y cuatro recolectívoros y agricultores prehistóricos del sur de Europa para comprender cómo el auge de la agricultura durante el Neolítico afectó al antiguo microbioma oral.

Los datos genéticos existentes muestran que la agricultura fue introducida en Europa por los inmigrantes de Anatolia. Además, las prácticas funerarias y la información biomolecular en los Balcanes centrales evidencian el contacto entre los recolectívoros locales y los grupos agricultores desde mediados del séptimo milenio antes de Cristo.

Un hallazgo sorprendente fue que la variedad de microorganismos encontrados en las bocas de los cazadores antiguos en los Balcanes centrales solo se modificó ligeramente con la llegada de los primeros agricultores neolíticos. El equipo de HIDDEN FOODS halló señales de encuentros entre los recolectívoros y los agricultores al reconstruir el genoma completo de una bacteria comensal específica a lo largo del tiempo.

El seguimiento del cambio en el genoma de esta especie registra la propagación de los pueblos neolíticos a través de los Balcanes e Italia a partir del año 6500 a. C.

«Descubrimos una variante de Oriente Próximo del taxón bucal 439 de la bacteria “Anaerolineaceae”, que llegó con los agricultores neolíticos, y reemplazó a la que habitaba en las bocas de los recolectívoros locales», agrega Cristiani. «Esto demostró, por primera vez, el potencial del microbioma oral para inferir rutas migratorias e interacciones en las poblaciones humanas antiguas».

La profunda relación entre la alimentación y la evolución

Una teoría afirma que el tamaño relativamente grande del cerebro humano en relación con el tamaño del cuerpo fue posible gracias a la energía proporcionada por la glucosa de los carbohidratos vegetales. Como algunas plantas necesitan ser molidas o cocinadas para liberar esta energía, la glucosa podría haber impulsado innovaciones en la tecnología de la piedra.

Si se utiliza en diferentes períodos u otras áreas geográficas, la metodología de análisis funcional desarrollada por HIDDEN FOODS podría seguir revelando más sobre la salud y los remedios para la salud de nuestros antepasados.

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Datos del proyecto

Acrónimo del proyecto
Hidden Foods
Número del proyecto
639286
Quién coordina el proyecto: Italia
Quién participa en el proyecto:
Italia
Reino Unido
Coste total
€ 1 499 856
Contribución de la UE
€ 1 499 856
Duración
-

Véase también

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