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El nivel total de mercurio atmosférico se ha triplicado desde la era industrial, debido al cambio climático y a actividades humanas como el uso de combustibles fósiles, la industria pesada y la minería del oro.
El mercurio sufre diversos cambios en el medio ambiente. Uno de ellos es su conversión en mercurio orgánico metilado, una forma con un gran impacto, que una vez absorbido por el plancton marino, asciende por la cadena trófica y se acumula en peces grandes de importancia económica, como el atún y el fletán, y en las personas que los comen.
«Una vez liberado el mercurio en el medio ambiente, rebota por el mundo como una pelota de pimpón. Por último, se bioacumula en los peces, concentrándose un millón de veces más que en el agua circundante —explica Milena Horvat, directora del Departamento de Ciencias Ambientales del Instituto Jožef Stefan (Eslovenia) y coordinadora del proyecto GMOS-Train—. En los países donde el pescado es parte esencial de la dieta, como los países costeros europeos, constituye un problema, ya que los habitantes presentan niveles de mercurio muy altos».
Una respuesta mundial
En 2013, la comunidad internacional reconoció la gravedad de la contaminación por mercurio y tomó medidas enérgicas para decretar el Convenio de Minamata, un tratado mundial para regular y reducir las emisiones de mercurio. Los Estados miembros de la UE figuran entre los 140 países que lo han ratificado, lo que supone un compromiso colectivo para mitigar la contaminación por mercurio.
La finalidad de GMOS-Train era apoyar los objetivos del Convenio, con datos de vigilancia del mercurio y herramientas de modelización coherentes y comparables para fundamentar las decisiones políticas. Se centró en formar a una nueva generación de científicos, que estudiarán cuestiones relacionadas con el problema mundial del mercurio.
Gracias al trabajo colectivo de investigadores y doctorados de todo el mundo, se esperaba que la recopilación y el análisis de datos observacionales ayudarán a comprender mejor cómo las actividades humana favorecen al aumento del nivele de mercurio, especialmente en los peces.
«Uno de los hitos era mejorar las mediciones que se estaban realizando a nivel mundial, en el aire, el agua, los suelos y la biota —afirma Horvat—, y crear herramientas de modelización consistentes, coherentes y comparables».
Para ello, el proyecto contó con la experiencia de quince doctorados internacionales para abordar las brechas del conocimiento sobre la dinámica del mercurio atmosférico, acuático y terrestre, examinando la formación y absorción de mercurio en los niveles inferiores de la cadena trófica.
Los datos recopilados en las estaciones de vigilancia situadas estratégicamente por el mundo —en el Atlántico, el Pacífico, el Mediterráneo, el mar del Norte y el Ártico—, así como los datos recopilados durante las campañas de crucero, permitieron a GMOS-Train reunir información exhaustiva sobre el comportamiento del mercurio. Este trabajo colectivo mejoró sustancialmente la recopilación, el tratamiento y el análisis de los datos y favoreció el desarrollo de mejores herramientas de modelización.
Desvelar el misterio del mercurio
GMOS-Train también concentró sus esfuerzos en desvelar las complejidades de la química atmosférica del mercurio. Sus quince doctorados desempeñaron un papel clave para dilucidar algunas de las características menos conocidas, como la conversión del mercurio inorgánico en orgánico.
«Al principio, la pregunta básica que nos planteamos fue: ¿cómo y por qué se produce la metilación del mercurio en el medio acuático? —añade Horvat—. La mayoría de doctorados se dedicaron a esta investigación, y nuestras actividades siguen porque aún no hemos dilucidado por completo todas sus complejidades».
Resultados convincentes
Tras cinco años de investigación exhaustiva sobre el terreno, las observaciones detalladas de GMOS-Train y las mejoras de las metodologías han sido clave para comprender el ciclo del mercurio y evaluar sus efectos en los ecosistemas.
«Gracias a GMOS-Train, hemos mejorado la infraestructura de medición, garantizando la comparabilidad espaciotemporal de los resultados».
«También fomentamos la colaboración con las principales partes interesadas en este campo, como fabricantes de instrumentos, organizaciones de normalización y redes nacionales y regionales de metrología», dice Horvat.
Se prevé que los conocimientos del proyecto sobre el ciclo mundial del mercurio influyan notablemente en las decisiones políticas y fundamenten los tratados internacionales, especialmente el Convenio de Minamata.
El proyecto fue financiado por las acciones Marie Skłodowska-Curie.