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Research and Innovation

Un análisis detallado del polvo espacial revela pistas sobre el origen de nuestro sistema solar

Los asteroides, cometas y meteoritos son vestigios de nuestro pasado cósmico. Unos investigadores de la Unión Europea han sido pioneros en nuevas técnicas analíticas que podrían ayudar a comprender mejor de qué están hechos estos cuerpos celestes. Es más, esa información podría ofrecer una perspectiva crucial sobre la formación y evolución de nuestro sistema solar.

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Los asteroides, cometas y meteoritos que orbitan alrededor del Sol son restos de hielo, metal y roca de la formación del sistema solar. Estos cuerpos celestes, cuyo diámetro puede oscilar entre unos pocos y varios cientos de kilómetros, constituyen un registro fósil de nuestro pasado cósmico.

«Queríamos comprender mejor la naturaleza de estos pequeños cuerpos de nuestro sistema solar —explica el coordinador del proyecto SOLARYS, Pierre Beck, de la Universidad Grenoble Alpes (Francia)—. Sin embargo, un problema fundamental es que estos objetos suelen ser extremadamente oscuros y su análisis puede entrañar dificultades».

Por tanto, los científicos no siempre pueden saber con seguridad de qué están hechos estos objetos ni el origen exacto del material extraterrestre que cae a diario, en forma de meteoritos y polvo, sobre la Tierra.

Técnicas avanzadas

Para hacer frente a estos problema, el equipo del proyecto SOLARYS, que contó con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación, fue pionero en el uso de una técnica avanzada de espectroscopia infrarroja. El análisis de la forma en que un trozo de meteorito absorbe o refleja la luz infrarroja aporta pistas sobre los minerales que hay en la muestra, así como sobre la historia del meteorito, sin dañar el material. Ello puede ayudar a descubrir la edad de un asteroide y el lugar en el que probablemente se formó.

De este modo, Beck y su equipo lograron caracterizar la composición de muestras de meteoritos y partículas de polvo extraterrestre a una escala extremadamente pequeña.

«El instrumento que utilizamos tiene una resolución espacial diez veces menor que la generación anterior de instrumentos —comenta Beck—. Ello nos permitió tener una visión mucho más clara de cómo nuestras muestras absorben la luz infrarroja, y de qué están hechas».

Este método posibilitó identificar componentes minerales y orgánicos, como los hidrocarburos. El equipo descubrió en sus muestras esferas diminutas (con un tamaño de nanómetros) de compuestos orgánicos creados en los albores del sistema solar.

«También descubrimos que la oscuridad de estos objetos se debe quizá a la presencia de granos opacos muy finos de sulfuros o hierro», agrega Beck.

«Algunas muestras contenían además un material muy inusual, en forma de sales de amonio, en su superficie. Esas sales son inestables en la superficie de la Tierra, pero pueden aparecer en estos cuerpos muy fríos y sin atmósfera. Dichas sales son importantes para comprender el origen del nitrógeno en la Tierra, un compuesto esencial para la vida tal y como la conocemos».

Comprender el papel de los asteroides y meteoritos

Beck y su equipo creen que los resultados obtenidos con las nuevas técnicas analíticas podrían ofrecer nuevos conocimientos no solo sobre la composición de estas muestras, sino también sobre el origen extraterrestre de los meteoritos y el polvo que caen a la Tierra.

Los próximos pasos incluyen el análisis de las observaciones existentes de asteroides, meteoritos y cometas, junto con la búsqueda de firmas moleculares que se correspondan con aquellas detectadas en las muestras. Si la búsqueda de cuerpos parental tiene éxito, esto podría eliminar la necesidad de efectuar costosas misiones espaciales de exploración para recoger esas muestras.

No obstante, se trata de un gran reto ya que solo en nuestro sistema solar se han descrito, a día de hoy, cerca de 1,3 millones de asteroides y más de 3 800 cometas.

En último término, se prevé que las nuevas técnicas analíticas desarrolladas en el marco del proyecto SOLARYS contribuyan a comprender mejor el origen y la evolución de nuestro sistema solar.

«Las técnicas que desarrollamos han funcionado más allá de mis expectativas —dice Beck—. Ahora estoy trabajando en la detección de compuestos orgánicos en muestras de Marte; en este caso, la técnica de espectroscopia infrarroja podría ser muy pertinente. También estoy investigando las posibilidades de emplear esta técnica para analizar muestras edáficas».

Ello podría conllevar un gran avance en la comprensión de los procesos de formación de meteoritos y asteroides, así como de su posible papel en el desarrollo de planetas terrestres como el nuestro.

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Datos del proyecto

Acrónimo del proyecto
SOLARYS
Número del proyecto
771691
Quién coordina el proyecto: Francia
Quién participa en el proyecto:
Francia
Coste total
€ 2 421 180
Contribución de la UE
€ 2 421 180
Duración
-

Véase también

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