PDF Basket
La cantidad de niños que viven en régimen de custodia compartida sigue aumentando en Europa, aunque la tasa varía mucho de un país a otro. En Bélgica, uno de cada tres hijos de padres divorciados alterna entre ambos hogares, mientras que en Italia solo uno de cada veinte niños vive así.
«Los países fomentan cada vez más los acuerdos que permiten a ambos progenitores participar en la vida de sus hijos tras la separación. Pero, al mismo tiempo, hay una visión bastante negativa del impacto que tiene en los niños ese tipo de custodia», afirma la coordinadora del proyecto, Laura Merla, catedrática de Sociología en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica).
Actualmente, sabemos muy poco sobre cómo se socializa a los niños en este entorno, cómo se acomodan a esta movilidad y qué papel desempeñan en la organización diaria de sus vidas.
Vivir en un archipiélago
Con el apoyo del Consejo Europeo de Investigación, en el proyecto MobileKids se llevó a cabo una serie de investigaciones sobre las repercusiones de la multilocalidad. Para ello se realizó un análisis político de la multilocalidad en Bélgica e Italia, se entrevistó a los padres de los niños y se llevó a cabo un estudio cualitativo en profundidad de las experiencias de los niños que han vivido en estas condiciones durante al menos un año.
El modo en que los niños que vivían en estas condiciones creaban una sensación de estabilidad para sí mismos resultó de especial interés. Los niños pueden llevarse objetos familiares de un hogar a otro, o desarrollar rituales como cambiarse de ropa al llegar.
El equipo de Merla descubrió que los objetos simbólicos que quedaban en los espacios comunes eran importantes para los niños, ya que les permitían sentir que su pertenencia al hogar persistía incluso cuando ellos no estaban. «Algo muy importante, sobre todo con los adolescentes, es que necesitan tener su propio espacio. Pero el reto es que nunca están seguros de que estos espacios se respeten cuando se van», añade Merla.
En MobileKids también se reveló cómo gestionan los niños un entorno doméstico compuesto por dos hogares dirigidos de forma diferente. «Hemos utilizado una metáfora en el proyecto, algo que tomamos prestado de la geografía social, la idea de que los niños viven en un archipiélago, y cada una de sus residencias es una isla que puede ser muy diferente a las otras».
Los niños deben navegar por estos espacios diferentes, que pueden tener normas y restricciones distintas. Pueden verse obligados a esconder sus pertenencias favoritas si uno de los padres no permite que se lleven al hogar objetos de la expareja, una situación a la que Merla se refiere como una «isla fortaleza».
Contribuir a la formulación de políticas familiares
Los resultados del proyecto MobileKids se están difundiendo ahora a través de una serie de trabajos, como seminarios, conferencias y un espacio de exposición virtual, que contribuyen a enriquecer nuestra comprensión de este creciente modelo familiar. Merla añade que tanto abogados como jueces están empezando a utilizar el vocabulario de las islas como forma de entender los acuerdos de convivencia que buscan los padres separados, y el impacto que una isla cerrada o abierta puede tener en los niños.
«De hecho, un par de veces se han puesto en contacto conmigo padres que estaban en proceso de divorcio para pedirme asesoramiento», señala Merla. «Esto no es algo que yo haga, pero es una señal de que los resultados de mi investigación están llegando realmente a la conciencia pública».
Con el apoyo del Ministerio de Ayuda a la Juventud de la Federación Valonia-Bruselas, un cómic elaborado por el equipo del proyecto sobre la dinámica de la multilocalidad se compartirá con los profesionales de la familia que trabajan con niños.
Las lecciones aprendidas pueden aplicarse en un contexto más amplio, dice Merla, ya que cada vez vivimos con mayor movilidad en nuestra vida adulta, y ya no esperamos vivir en un solo lugar, formar pareja con una sola persona o trabajar para un solo empleador toda nuestra vida. «La movilidad se ha convertido en una especie de norma, y tenemos niños que desde muy pequeños viven de este modo», explica. «Así que este es un caso interesante para entender el tipo de recursos que utilizan, las dificultades a las que pueden enfrentarse y cómo responden o reaccionan ante esas dificultades».