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Los efectos a corto plazo de la exposición a dosis elevadas de radiación penetrante se conocen en conjunto como síndrome agudo por radiación (SAR). Los síntomas más comunes son pérdida de apetito, fatiga, fiebre, náuseas, vómitos y diarrea, mientras que los más graves incluyen anemia, hemorragias, convulsiones y coma.
Si bien el SAR se asocia con mayor frecuencia con la exposición accidental cuando se trabaja con materiales radiactivos con fines industriales o médicos, no se limita en absoluto a este tipo de sucesos. Los primeros intervinientes y los enfermos de cáncer también corren un riesgo elevado de padecer SAR.
Por desgracia, las opciones de tratamiento son muy limitadas. «Aunque hay formas de tratar los efectos a largo plazo, aún carecemos de la capacidad de tratar sus efectos a corto plazo con gran eficacia y en un plazo breve», explica Joaquín Silvestre-Albero, catedrático de Química Inorgánica en la Universidad de Alicante (España).
Pero esto podría cambiar pronto gracias a un tipo de materiales denominados «enterosorbentes». «Estos se emplean para adsorber o retener moléculas concretas presentes en un organismo vivo, y ya se usan para eliminar toxinas y prevenir reacciones tóxico-alérgicas», explica Silvestre-Albero.
Gracias al respaldo del proyecto NanoMed, financiado por las acciones Marie Skłodowska-Curie, Silvestre-Albero se propone aplicar el concepto a las moléculas generadas en el organismo tras la exposición a radiación como, por ejemplo, los radionúclidos y las especies reactivas del oxígeno. El objetivo último es mitigar algunos de los efectos secundarios de la radiación en el organismo.
Entender los enterosorbentes
Los enterosorbentes actúan concentrando las moléculas objetivo dentro de cavidades o poros internos y eliminándolas del organismo vivo. De este modo, ayudan a reducir cualquier posible efecto secundario.
El proyecto se centró en el uso de materiales de carbón activado y pectinas, dos adsorbentes bien caracterizados. «El reto es que este proceso se debe hacer de modo que solo se absorban los elementos perjudiciales y no los beneficiosos como, por ejemplo, las vitaminas y los nutrientes», comenta Silvestre-Albero.
Dos componentes, una pastilla
Por desgracia, el compuesto no se pudo seguir desarrollando, ya que el socio responsable de suministrar el carbón activado tenía su sede en Ucrania y tuvo que interrumpir todas sus actividades tras la invasión rusa. No obstante, el proyecto ha abierto la puerta a una opción de tratamiento eficaz para mitigar los efectos secundarios de la enfermedad por radiación.
«Prevemos combinar carbón activado y pectinas y ofrecerlos en forma de comprimido o dentro de una cápsula polimérica que se pueda tomar como cualquier otra pastilla», explica Silvestre-Albero.
La combinación de ambos componentes en una sola pastilla garantiza la eliminación segura de todas las toxinas y moléculas objetivo de una sola vez. «La combinación de estos dos componentes y su diseño adecuado mejorará la eficacia y versatilidad del tratamiento», destaca Silvestre-Albero.
Se necesita más información
Sin embargo, Silvestre-Albero advierte de que una pastilla de este tipo no se podría tomar sin control ya que, de hacerlo, se acabarían eliminando también vitaminas y minerales, con lo que se haría más mal que bien.
«Todavía no sabemos qué nivel de exposición a radiación es necesario para provocar la producción de moléculas perjudiciales en el organismo —agrega Silvestre-Albero—. Si lo supiéramos, podríamos saber cuándo podría ser útil el tratamiento con un comprimido como el que propone el proyecto NanoMed».
Si bien el objetivo del proyecto NanoMed sigue siendo el SAR, algunos de sus hallazgos se podrían aplicar a otros ámbitos. Por ejemplo, gracias al respaldo del proyecto financiado con fondos europeos CLEANWATER, Silvestre-Albero está estudiando cómo se puede utilizar una combinación de plasma frío y materiales porosos similares a los desarrollados en NanoMed para tratar aguas residuales.