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En una economía circular, los productos que se fabrican o que se extraen de la naturaleza nunca deberían terminar convertidos en residuos. No se trata solo de replantearse la forma de producir, comenta Mario Pansera, coordinador del proyecto europeo JUST2CE en la Universidad Autónoma de Barcelona (España). El debate en torno a la economía circular también debería centrarse en qué se produce, quién lo produce y dónde se produce: «Debe abordar las relaciones fundamentalmente injustas que sustentan la mayoría de los bienes y servicios que consumimos, sobre todo en el norte global».
El proyecto ha sacado a la luz desigualdades profundamente arraigadas en las cadenas mundiales de suministro. Su planteamiento culminó con el desarrollo del Supply Chain Explorer, una herramienta que ayuda a esclarecer las prácticas de explotación relacionadas con la mano de obra, la huella ecológica y la justicia de género. «El explorador permite a organizaciones, activistas e, incluso, a ciudadanos de a pie comprender cómo se fabrican bienes de consumo básico, de dónde proceden las materias primas y los factores sociales y ambientales que configuran esas cadenas mundiales», explica Pansera.
Identificación de políticas para una transición justa
A lo largo de tres años de trabajo, el equipo de JUST2CE ha identificado escollos importantes para una economía circular socialmente justa, que van desde los legados coloniales persistentes a las repercusiones geopolíticas de la extracción de recursos. Por ejemplo, Pansera destaca que la carrera por conseguir minerales fundamentales para las tecnologías verdes es una nueva forma de colonialismo de los recursos. «Cada año, más del 60 % de los residuos electrónicos de la Unión Europea acaban en África —afirma Pansera—. La retórica de una transición verde corre el riesgo de aumentar estas prácticas de explotación a menos que se aborden mediante políticas equitativas».
En el proyecto también se cuestiona la política económica tradicional de crecimiento económico ilimitado, argumentando que es físicamente insostenible y socialmente injusto. «JUST2CE imagina una circularidad poscrecentista», agrega Pansera, «en la que nuestros sistemas productivos se escalen, o a veces se desescalen, hasta un nivel que sea sostenible y compatible con el consumo de recursos, a la vez que brindan bienestar a todos».
La clave de esta perspectiva es la democratización de los lugares de trabajo, capacitando a los trabajadores para influir en qué se produce y cómo se produce. En el proyecto se recomienda integrar el trabajo de prestación de cuidados en los indicadores económicos, reducir la jornada laboral y examinar compensaciones monetarias por el trabajo no remunerado.
Para hacer frente a las desigualdades norte-sur, el equipo del proyecto reclama medidas redistributivas y una planificación económica democrática a nivel mundial. Entre ellas se encuentran las políticas comerciales coordinadas, las transferencias de tecnología y el apoyo a la diversificación económica en el sur global. «Los mecanismos de libre mercado no bastan por sí solos para llevar a cabo esa transición», apunta Pansera.
Crear empleos inclusivos y sostenibles
La visión de JUST2CE es la de crear empleos de calidad que promuevan la inclusión. Las conclusiones del proyecto destacan cómo la transición hacia la circularidad debe priorizar las industrias de bajo consumo de recursos y energía, así como las inversiones en infraestructuras ecológicas. Este cambio no solo crearía nuevos puestos de trabajo, sino que también garantizaría salarios justos, protección laboral y apoyo a grupos marginados y vulnerables, como las mujeres y los trabajadores inmigrantes. «Un fuerte apoyo público será crucial para mitigar los efectos de la reducción de las industrias insostenibles», explica Pansera.
Los informes políticos elaborados en JUST2CE ofrecen recomendaciones prácticas para lograr esos objetivos y que abogan por la protección salarial, las políticas de comercio justo y los programas de empleo femenino.
Además, el proyecto destaca el papel de la sociedad civil a la hora de exigir una gobernanza democrática y participativa en la transición hacia una economía circular. «La sociedad civil debería organizarse en torno a los valores identificados por el proyecto para exigir medidas políticas concretas e inmediatas», observa Pansera.
Al redefinir el concepto de economía circular para abarcar la justicia social y la sostenibilidad ambiental, JUST2CE ofrece un encuadre para el cambio sistémico. Sus herramientas, como el Supply Chain Explorer, y sus recomendaciones políticas constituyen recursos útiles para los responsables políticos, las industrias y las comunidades que buscan desenvolverse por esta compleja transición. Tal y como dice Pansera: «Una economía circular justa no es un lujo, es una necesidad para un futuro sostenible y equitativo».